Pablo Amaringo, hermano: me dijeron que te moriste en noviembre y, entonces, tu energía luminosa debe estar selva adentro, entre los shihuahuacos y las capironas, encarnado en un otorongo negro hermoso como tus lienzos. Siento tu muerte por todo lo que conversamos en tu casa ucayalina, por toda la amazonía que me regaló tu amistad y tu genio, por lo mucho que tus cuadros ennoblecieron al Perú y a todos los espacios de mi alma. Pablo, perdóname la audacia de llamarte hermano, pero fuimos hermanos de sangre en el amor universal hacia tu jungla. Tu ayudaste a que yo convirtiera al río en uno de mis dioses. Tus cuadros condujeron a que la madre selva me adoptara. Cómo no sentir tu partida, Pablo, y como no indignarme cuando estuvimos en tu casa - en nuestra ultima entrevista - y me dijiste que no podías entregar certificados "oficiales" en tu escuela de pintura porque las leyes educativas no te reconocen como maestro "profesional". Nos reímos juntos de lo bestial que puede ser el sistema, la buromierdocracia, que no se rinde ante la inteligencia creadora - como fue la tuya - sino ante un diploma traficado en Azángaro. Amaringo, el maestro, el Picasso de la amazonía nacional, no puede enseñar "oficialmente" en el Perú. Cómo me duele hoy el dolor con que te moriste, el ver tu escuela abandonada por los ministros ciegos, por los peruanos indiferentes. Pero vas a volver, Pablo, te lo aseguro. Volverás y serás miles.
Has muerto físicamente, pero no importa. Yo te sigo viendo, Pablo, en el vuelo del paucar en el crepúsculo, en el ojo hipnótico del tigre y de la boa negra, te veo en la muyuna que se forma en el río, te voy a seguir viendo en cada pomarrosa que cae del árbol, en el amor del tapir con su tapira, en el ayahuasca te veré, Amaringo, y yo me encargaré de que los peruanos no se olviden de que el mejor pincel de la historia del Perú fue el tuyo. Tuyo el color, tuya la magia, tuyo el tunchi amazónico, la fruta, la restinga, tuya la selva, hermano inolvidable, Pablo nuestro.
Los pueblos amazónicos del Perú constituyen, en su conjunto, una maravillosa expresión de la cultura humana y del prodigio fecundador de la Naturaleza. El periodista limeño Juan Ochoa López expone aquí sus textos y fotos para reivindicar el espíritu y la carne amazónica de un Perú que, tercamente, aún no integra la selva a su corazón ni a sus insomnios (Enviar informaciones a J.O.L. juanochoaprensa1@gmail.com - Cel. 979753078 )
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1 comentario:
Que pesar que se fue el maestro del amazona. Lo llamo a su lado la Pachamama.
El Va siguiendo viviendo en el corazon de la gente que amaban su ser su arte.
hasta luego colibri.
Yo soy curador y mi vida es curar
yo soy colibri y mi vida es volar
yo soy tomador y vida es tomar ...
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