fOTO: el autor, Juan Ochoa l., en la selva de Chanchamayo con los hermanos ashaninkas.
Es extraño que en los colegios del Perú no se enseñen, con precisión y pasión, los ríos amazónicos, los departamentos, las etnias, la vasta fauna, la colorida flora, las tradiciones selvícolas, los chullachaquis, las ayahuascas, en fin, todo aquello que constituye, geográficamente hablando, la mitad más uno del Perú.
Por allí empieza la crisis de nuestro país desarticulado con la selva: el joven peruano concluye secundaria e ingresa a la universidad sin saber por dónde cruzan el Marañón o el Huallaga, qué es Contamana, Bagua o Nauta, donde están ubicados los machiguengas, qué es una sachavaca, una taricaya, una bubinzana o un pandisho. Por eso mismo, cuando hoy nuestros hermanos toman el estratégico puente de Corral Quemado (el enlace que une los grandes pueblos de Jaén y de Bagua), pues nadie sabe dónde exactamente está. Y cuando Pizango habla en Lima de sus ancestros achuares y surge con su sombrero de plumas amarillas y rojas, nadie entiende que tan misterioso sombrero es uno de los más finos, solemnes y tradicionales del Perú.
Cuéntenle a los niños los mitos de la selva peruana. Cambien caperucitas por otorongos negros. Amazonicemos la educación nacional. Rescatemos a los héroes de la selva, a los Vargas Guerra, a los teniente Pinglo, al indómito Juan Santos Atahuallpa. Porque al navegar la inmensidad del río Amazonas -más que visitar vicuñas y arbolitos de la quina - hará niños más intrépidos y orgullosos de su gigantesca patria.
Los pueblos amazónicos del Perú constituyen, en su conjunto, una maravillosa expresión de la cultura humana y del prodigio fecundador de la Naturaleza. El periodista limeño Juan Ochoa López expone aquí sus textos y fotos para reivindicar el espíritu y la carne amazónica de un Perú que, tercamente, aún no integra la selva a su corazón ni a sus insomnios (Enviar informaciones a J.O.L. juanochoaprensa1@gmail.com - Cel. 979753078 )
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