
Todos pensábamos que el Baguazo nos iba a acercar al espíritu del hombre amazónico, que tan dolorosa masacre nos obligaría a integrarlos, a buscar comprenderlos, a sentarlos fraternalmente a la mesa para que alguna vez nos brote la peruanidad aguaruna que genéticamente llevamos, esa gota jíbara que nos negamos a aceptar en nuestras arterias. Pero no, el Baguazo no nos acercó ni al bosque ni a la etnia. El gobierno - léase Mechita de mis ensueños - pasó impunemente piola, los medios masivos de prensa nos convencen que los malos de la película son los "nativos" de arco y flecha y las heridas del Baguazo, en lugar de cicatrizar, se ahondaron en estos tiempos de Velasquez Quesquén.
Y para ponerle la fresa a la torta de este primer triste aniversario, el gonzalezpradiano semanario "Hildebrandt en sus Trece" informa esta semana lo que en Ucayali es vox pópuli: que Chile ha comprado enormes lotes de terreno selvático peruano, con todos sus árboles y germoplasmas valiosísimos, a través del grupo SEM. Cofopri, como

casi siempre, bien gracias: 51 mil hectáreas de Ucayali ya son chilenas, 24 mil de ellas nada menos que en Masisea-Iparia, o sea, en el paraíso sudamericano (el vergel bíblico de aguajales y tortugas hoy en manos de empresarios chilenos). El gobierno (así le llaman) le debe una explicación al país, tanto el central del - ahora sí - entreguista Alan García, como el regional del polémico Velásquez Portocarrero.
La indignante claridad de este reportaje de Rebeca Diz nos ha provocado una taquicardia automática. Porque, agonizante de sed por una geografía infértil, Chile irrumpe hoy en el bosque peruano, el más biodiverso del continente, a vista y paciencia de una prensa muda (con honrosas excepciones como las de César) y un régimen que está llegando a niveles de María Victoria, la criada bien criada. Venderle Iparía a Chile - y seguro a precio huevo- es bordear la barbarie o la enajenación, porque ningun país del mundo malbaratea su banco biológico y genético ni su edén natural más fascinante. Sólo falta que los peruanos vendan terrenos en el Bahuaja Sonene, frontera de Puno con Madre de Dios y dar el Datem del Marañon como yapa.
A ver, pues, vayan los empresarios peruanos a comprar terrenos en las Torres del Paine, en el sur mas sur de Chile. Intenten tratar de comprar, peruanillos, los alrededores de los Ojos de Caburga, a ver si Piñera les permite apoderarse de media hectárea. Ni un arbolito de manzana les van a dar. ¿No entienden que nuestra selva se defiende como ellos protegen su sur? Gracias, Rebeca y Hildebrandt en sus Trece, a nombre de la Amazonía.