Escribe: Juan Ochoa López
En el Parque de la Amistad de
Surco se ha reabierto el Centro Cultural, cuya galería de arte “Augusto B.
Leguía” nuevamente está al servicio gratuito de la cultura. Allí se ha inaugurado
la exposición Retrospectiva, del pintor peruano Pablo Ribeiro, “Palbiro”. Y
cuando llegamos, una voz de tenor surge de la galería y se expande hasta el
gigantesco arco del parque surcano. Era el mismo artista el que cantaba a voz
en el cuello: el pintor-tenor.
“Yo estudié canto lírico en el
Conservatorio, soy tenor pero, esencialmente, soy pintor. Me expreso a través
de los cuadros, las figuras, los colores, en los que revelo mi propuesta de
libertad. Mi escuela es la libertad”. Palbiro ha realizado varias exposiciones:
“Camino Místico”, “Canto a la Libertad” y la última, “Ensoñación”, en Lima, el
2017. Expuso en la misma ciudadela de Caral, donde los dioses precolombinos que
moran allí aplaudieron sus cuadros.
El que se fue.- A los
sesenta años, el pintor-cantor decidió abandonar Lima e irse a pintar a la
selva peruana. Recaló en Moyobamba, San Martín, y entre pájaros y orquídeas se
entregó de lleno al arte. “Decisión arriesgada, pero era necesario. La ciudad
me iba a matar y ya no podía producir nada”. El año pasado, en Tingo María, una
peritonitis casi se lo lleva. “Pero no morí porque tenía que hacer esta
exposición en Surco”. En homenaje a la diosa que lo salvó en la selva, hizo dos
cuadros: “La Bella Durmiente I y II”, basado en el paisaje más famoso de Tingo
María, y que hoy se exhiben en Surco.
“Estamos exponiendo 59 obras
hasta el 25 de marzo. Me interesa que vengan los niños porque ellos no están
contaminados y saben descubrir cosas en los lienzos. La opinión de los niños es
más valiosa que la de los críticos” afirma. Palbiro expuso en Cusco, Caral,
Arequipa, Iquitos, en la Casona de San Marcos. Y en todas sus inauguraciones
canta siempre. “Para ser libre hay que cantar, pintar y escribir” añade. Y su
pianista, el maestro Rafael Prieto, toca
de nuevo y él, delante de sus cuadros, vuelve a entonar un aria alemana,
mientras todo Surco lo escucha.
El canto de la vida.- “Mi
propuesta es seguir llevando arte integral por todo el Perú que abarque
pintura, música y literatura” finaliza. Le pregunto si regresa a sus cuarteles
tropicales en la selva. “Sí, en abril, allá en la jungla es mi casa y mi centro
de de energía. Estos cuadros
andino-amazónicos tienen todo el color y la fuerza del Perú”. Mientras lo
abordan, le pregunto si seguirá cantando ópera y pintando. “Es una necesidad.
Sólo nos salvaremos cuando forjemos una nueva sociedad de niños que hagan
brotar el talento de sus almas y no haya padres que los repriman. Sólo así
tendremos un país de hombres menos prejuiciosos y menos corruptos. El arte nos
hace puros y libres”